martes, septiembre 20, 2022
Primavera
sábado, mayo 21, 2022
Para mi
Y si me voy al mar?
Diciéndole a la vida que estoy lista para recibir todo lo bueno que me merezco
martes, mayo 10, 2022
Vulnerable
miércoles, mayo 04, 2022
Floreciendo
viernes, marzo 18, 2022
Hay días y días
A mi me gusta el frío, pero... ¿Sabes qué? Había olvidado que el motor del onírico era la inestabilidad, que la mente trabajaba otrara a calmarla, que el alma se vuelca en equilibrarla, que el cuerpo se agobia buscando soluciones...
Y, así, vuelvo a preguntar, ¿Son los días de otoño los que me hacen resonar?
Hay días que quisiera sacarme el calendario para no saber si es lunes o jueves. Hay días en los que espero no contar los segundos para sentir que estoy viviéndolo.
Y pienso en el arcoiris del multiverso, donde en cada estrofa, los días tienen un final diferente. Imagino todos los detalles, son vívidos para mi, los siento...
Y yo, que soy arañosa, soy a la vez ancla y martillo, soy redoblés del cantar del infinito, soy contienda de la arena que vaga libre por la playa, soy el riel que se dobla gentil para curvar el tren del tiempo, soy la sutileza, soy la rudeza y también soy la mentira descarada.
Y yo, que soy la marca de agua que atraviesa el celeste del cielo, soy a la vez luna y sereno, soy etéreo ser y raso de suelo, soy concreto pesado y ser tangible, y también soy la pelusa de cardo que vuela sin marca descarriada.
Y yo, que ya sé que soy, sé que hay días y días...
domingo, marzo 13, 2022
El viento, el árbol, la pantera y la semilla
Que mis raíces nudosas a veces atisban la tierra y evitan el nuevo sembrar.
Que mis ramas, deseosas de sol, se estiran cada mañana.
Que en otoño me cambian las hojas por cada nuevo abril
Que en primavera me río de los, siempre positivos, azares olorosos de los limoneros y me quejo de los abejorros revoloteantes.
Quiero contarte que hay días obscuros en los que mi sombra me hace pensar que se acabó el día y que las noches ya no tendrán final.
Quisiera contarte, viento cambiante, que tu aroma me trajo loca tanto tiempo, que un día olvidé que necesitaba nutrirme para seguir floreciendo.
Que olvidé que necesitaba agüita para hidratar mis hojas, que sin ellas no puedo crecer...
Y es que, un día, perdida en la alta gracia de esta dinámica frenética y metódica, se me quebró una de las ramas principales y, meditando, convenciome a mi misma, que debía repararme.
Busqué por todo el bosque al mago extraño y desagradable, sus hechizos y revoltijos sólo el los entendía, alababa y respondía.
Yo sentí que de mi árbol salió una pantera, se movió por mis ramas tratando de escuchar de dónde venía ese latido, curiosa, quería descifrar por qué podía ser tan dulce en un ambiente tan agrio.
Así vi a la pantera tratando de ser pequeña y desapercibida, quería caber en cualquier capullo que le permitirá saber qué era ser "semilla".
Y cada día que se sentía ese palpitar, la pantera salía tímida de mis ramas, miraba con precaución y se movía a tientas para no asustarla, sólo quería saber qué plantita brotará de tan tierno tamborcito.
Y, un día que la semillita no se vio más, la pantera saltó de mi árbol y escarbó la tierra buscando la semilla, recorrió ríos, montes y miró el cielo, pero no la encontró.
La pantera no buscaba nada, así que regreso a buscar cobija y abrigo en mi. Nos había tocado tanta tempestad, que sólo se obligó a enfocar en mi rama rota, se quedó lejos de ella para no ayudar a que ambas nos rompieramos más.
Pero antes que el otoño diese paso al invierno, vimos, la pantera y yo, aparecer una hojita rara y desconocida. Yo le presté altura y calzado para que se acercara cautelosa, para que su negro color no le espantara.
Pero la matita de semilla ya tenía frutos, ya tenía vida, todo a su alrededor estaba calzado. Y la pantera, la pantera curiosa sólo quería escuchar el palpitar.
Así se quedó, merodeando a los pies de mi tronco y a distancia de la matita.
La pantera, entonces, se salió de mi protección y se quedó haciendo camino, esperando ser rocío, solcito, cascarón de caracol, ser lo que fuese para vibrar su alma así otra vez.
Entonces, viento, quiero contarte que se me olvidó tu brisa, que no quise más bailar a tu ritmo, a tu tempo. Quiero contarte que tanto caminó la pantera alrededor de la matita, se que encendió su caminar, que sus patas hicieron brasas, que ese fuego se extendió hacia mi y me quemó
Mi madera ardió tan fuerte que olvidé de nuevo nutrirme para seguir floreciendo, que olvidé el agüita para hidratar mis hojas...
[Leer con "Carta" de Silvana Estrada de fondo]