El impacto hizo borrar las estrías de mis labios, pues los besos se escaparon espantados y temerosos, la esperanza se transformó en óbice en el camino de la concentración y la rabia acompaña a la tristeza y le demuestra que no tiene cabida en lo que continúa. La leche pura alimenta luego que el cuerpo se ha sometido al masoquismo, ese que no se deja ver de tan presente que está y se exige más, ese que invita a hostigarse andando, a cazarse peleando, a seguir moviéndose, canalizando lo poseído. De qué sirve el agua turquesa si la sed trémula se oculta? De que sirven las ondas materiales si la luz no puede pasar entre ellas? De qué sirven las palabras de un antiguo, que sólo en brebajes logra recomendarte tus sabores y reconocer tu color...?
El impacto logró atenuar lo impulsivo de mi alma, acabando con las tórridas ambiciones y defraudando lo previsto,... La despedida fue como de mi boca salió, si de la última vez conseguimos mofarnos, ésta implacable sentenció lo pactado, jactándose de unas manos que violentas se apoderaron de lo mío y que hoy con el agua he lavado de mi cuerpo,... He hecho resbalar tus caricias con la espuma, renuncié con esporas venenosas nacientes en mí a la idea de un nuevo abrazo y cedí con vergüenza la canela que asquerosa siempre se me ha hecho a la boca y pedí tregua, tregua de segundos, mientras renacía el hambre de justicia, alto, mientras la ira convence a la congoja del mejor paso, suspensión, en tanto acababa con los recuerdos finales y enterraba las memorias podridas en lo más profundo de mi cerebro para que luego se excretaran como nada por mi sangre,...
El impacto cosechó respuestas obvias a preguntas no hechas por pavor...
El impacto logró atenuar lo impulsivo de mi alma, acabando con las tórridas ambiciones y defraudando lo previsto,... La despedida fue como de mi boca salió, si de la última vez conseguimos mofarnos, ésta implacable sentenció lo pactado, jactándose de unas manos que violentas se apoderaron de lo mío y que hoy con el agua he lavado de mi cuerpo,... He hecho resbalar tus caricias con la espuma, renuncié con esporas venenosas nacientes en mí a la idea de un nuevo abrazo y cedí con vergüenza la canela que asquerosa siempre se me ha hecho a la boca y pedí tregua, tregua de segundos, mientras renacía el hambre de justicia, alto, mientras la ira convence a la congoja del mejor paso, suspensión, en tanto acababa con los recuerdos finales y enterraba las memorias podridas en lo más profundo de mi cerebro para que luego se excretaran como nada por mi sangre,...
El impacto cosechó respuestas obvias a preguntas no hechas por pavor...
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