Corrí esperando llegar, impacientes mis piernas no se obligaban a mirar el paso de la tierra bajo ellas, aún queda tiempo? El sol no alcanza su punto máximo y mi cuerpo expuesto se deja mojar, el agua cae fina y nos permite distinguir los colores juntos pocas veces vistos, la salvación llega con tus lunares y la espalda, los fardos de trampillas se nos escapan cuando aún no nos observan,... Si se hubiesen asomado a la ventana,... Si nos vieran los días aferrados a la dulzura de la miel de los labios... Si pudieras despertar para verme mirándote como una vez lo hiciste tú pero aún más impaciente, porque todo lo mío habla de lo mismo y soy una sorpresiva monótona que se encarga de repetirte la incansable necesidad de piel, no hay cansancio comparable con el del arduo trabajo de encontrarte, si pudieras perder las noches sometido ante mis pestañas, si pudieras abandonarte a la pura idea de un rasguño, si me sentenciases a no zafarme de tu pecho y de tu respiro, si mezclases mi calor con tu frialdad... la tormenta nos lanzaría el rayo necesario para canalizarlo enviándonos lejos y jugaríamos con el fuego azul sobre las miradas, moldearíamos el agua con el viento, y sortearíamos el destino junto al azar. Porque tus dichos sucintos son reemplazados por tus manos indagadoras y las notas de mi libreta se prestan para cranear y luego armar el rompecabezas que estoy describiendo... Julio, Agosto, Septiembre, Octubre.... Meses fugaces, meses pasionales, meses llenos de hogueras al borde de mi nariz y rozando tu ombligo, meses dormidos en tu mentón y transmitidos a mi saliva, meses llenos de nuestra sangre y nuestros pensamientos.
Corrí esperando llegar a tiempo y te encuentro dormido, posado del otro lado del espejo sobre un charco de nubes, y bebiendo tragos míos, los encuentros destinados a perdernos en fortuna tendrán arribo pronto y los ribetes de la madera que nos conforma nos invitan a deleitarnos talándola, el óxido mata y hace vivir, la reducción hace bien y colma, satura la idílica tarea de pastar, inunda el mar antojadizo, caprichoso de romances y amoríos, expande la sanción de mis atisbos y me deja libre de ti, templado, brumoso, sobre mi organismo inerte, muerto de conciencia y rebosante en tus ojos, explayado en las arenas de tu frente y sembrados entre tus muslos y ante tus codos... Los meses ejercen fuerza, falta uno mi amor, pero despierta, contaremos todo desde un treinta y dejaremos que ese uno inacabable sea consignado a las caricias...
Corrí esperando llegar a tiempo y te encuentro sereno, tendido sobre las rocas aguardando el momento en que llegara a cobijarte con mis frases, y te encuentro turbado hasta tener la capacidad de rodearme y lanzarte confiado sobre la base del reencuentro, y te encuentro dispuesto, entregado y desenvuelto porque cruzaste la frontera, porque no sientes vergüenza, porque estás franco conmigo y ríes, porque no me apresaste poco ingenua, ni fue ese término partícipe de mi definición en tu diccionario, porque te gusta la candidez aparente de mis visualizaciones y te desligaste de las acotaciones hechas por ti hace unos años, porque en público no nos conocemos y tras tu puerta sabemos más de los debido...
Corrí esperando llegar a tiempo y te encuentro dormido, posado del otro lado del espejo sobre un charco de nubes, y bebiendo tragos míos, los encuentros destinados a perdernos en fortuna tendrán arribo pronto y los ribetes de la madera que nos conforma nos invitan a deleitarnos talándola, el óxido mata y hace vivir, la reducción hace bien y colma, satura la idílica tarea de pastar, inunda el mar antojadizo, caprichoso de romances y amoríos, expande la sanción de mis atisbos y me deja libre de ti, templado, brumoso, sobre mi organismo inerte, muerto de conciencia y rebosante en tus ojos, explayado en las arenas de tu frente y sembrados entre tus muslos y ante tus codos... Los meses ejercen fuerza, falta uno mi amor, pero despierta, contaremos todo desde un treinta y dejaremos que ese uno inacabable sea consignado a las caricias...
Corrí esperando llegar a tiempo y te encuentro sereno, tendido sobre las rocas aguardando el momento en que llegara a cobijarte con mis frases, y te encuentro turbado hasta tener la capacidad de rodearme y lanzarte confiado sobre la base del reencuentro, y te encuentro dispuesto, entregado y desenvuelto porque cruzaste la frontera, porque no sientes vergüenza, porque estás franco conmigo y ríes, porque no me apresaste poco ingenua, ni fue ese término partícipe de mi definición en tu diccionario, porque te gusta la candidez aparente de mis visualizaciones y te desligaste de las acotaciones hechas por ti hace unos años, porque en público no nos conocemos y tras tu puerta sabemos más de los debido...
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