Podría odiarte, cegarte con cada golpe de beso rasgado en la cara, podría comerme tu cuello hasta que sangrara despampanante y luego acariciar sin miedos la piel que marca los límites de tu faz. Podría hacer todo mi cuerpo ira por sentirme invisible luego de tu osada fechoría y así hacer dormir tus labios para no permitirles hablar y tapar tus ojos para que no me vean mientras le exijo un sonido a tu boca muda. Hoy paso mi alma a la energía que mañana brotará de mis ojos para zafar de mi vida la maldita semana tóxica que despido con las drogas y brebajes que he consumido para soñarte al lado: etereo y demoniaco. Si tan sólo pudiese imaginarte negro de rayo en corcel, a parte de tu tranquilidad, que se complementa con mi energía, y entonces me niego a besarte por cada estría que tiene mi ánima, por cada falla en mi corazón, por lo que medraste mis sentidos hasta el punto del desmayo maldito, por lo que me impide azotarte fuerte de mis impulsos lujuriosos, por lo que cohibe mi fuerza e intenta dominarme, por algo que me abarca más allá de la concentración y nubla mi mente cada segundo aunque no existas. Respaldo en mi cabeza la única información que niega mi locura y me declara orate en una realidad no percibida por el resto,... y me declara orate en tu mundo donde las sonrisas y las palabras van en el camino distinto a los pensamientos que hacen raíz en mis ojos. Ahora no pidas que me muestre roja y cruda porque espantarías tu cabello y lo que queda de tu valentía, mientras mi entero se empeña en proteger causas débiles,...
No te conosco, nunca lo hice, no sé si podré,... Todo iba bien, no he sido yo culpable, no,... sólo admite que... el silencio otorga....
No he podido drenarte, en ningún instante, sé que entras en mis noches y eso me incomoda, no me permito tu entrega suave, si tan sólo me dejases ser más terca, si tan sólo me dejases apasionarte, dejar las dimensiones elevadas que brotan de lo abstracto y dejarte sólo en tres, si sólo nunca me hubieses hablado de amor...Jafar de Jai Jair, termina con las letras ganadas que comenzaste, finaliza para que mi cabeza no explote y pase la etapa servida de lo opaco. Hoy estoy despidiendo la semana turbia pensando en que puede haber más, que tú eres más y que por ahora siempre estarás aquí. La hiel que congela mis manos es el licor que nace de mis pechos y brota por mis lunares siempre que tus caninos se mostrasen relucientes, etiquetados por mi cerebro.
Tú evocas mi estado alterado de conciencia, me das pauta de vuelo y me invitas a no pensar en más, te sientas en mis ojos y los cubres con una tela fina y larga que no elude mi visión, ruedas por mi boca, cicatrizas mi lengua comiéndote mi voz, obstruyes mis oídos con tus dedos tiernos y permites que huela tu nada y que mi piel se erice con tu cuerpo cercano. No sé en qué segundo nació la gallardía del abrazo, no sé en qué momento se dió el quiebre en que tomaste mi mano y engañaste mi corazón, no sé en qué momento le diste de beber agua a mis ojos y te quedaste aquí esperando a ver cómo me derrumbaba.
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