Las certezas oscuras del alma estamparon tu impureza en la lujuria, los silbidos débiles del ocaso perdieron los tambores que alborotaban el instinto entrañado en tus ojos, cuando no logras extraviar el danzar de tu cabello, cuando no logras percibir los latidos de mis manos y nacen dentro de ti fuerzas que no pensaste concebir. Rozando el arco enmaderado a mis brazos, logramos prender las hogueras, ¿Eres capaz de dejarte llevar por el fuego? Mi vientre se adosa al aire y los árboles del bosque coquetean con nuestras miradas, la fiesta tribal alcanza su punto mínimo recién y el trance se alista bajo las lanzas sujetas de nuestros hombros descubiertos. Los cuerpos con harapos verdosos muestran el ánima sucia y guerrillera de nuestro tiritar homogéneo. No hay fondo en lo oscuro de esta noche que no ceda a llenarse de esta torridez. Más de diez golpean el suelo con lodo humano, inervándose del licor serpentoso que los hace contornearse como flamas intermitentes, es candor hecho a base de diamantes, es el leve polvo que se levanta cada vez que aterrizan con fuerza y las caderas se asemejan a laderas montañosas en movimiento. La seducción de las miradas éxodas parece de colores y el sabor que esto nos provoca nos hipnotiza y nos desliza suave y velozmente a una tendencia irascible. Más que pieles tostadas o más que albas destellado entre medio, todo se asocia fobealmente... Todo se aglomera al sacro espiritual...
sábado, abril 19, 2008
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