Casi indignada por mis propios zocabones y marcas de una incineración autoflagelante, gélido, congelado por la criogénica mirada interior de mi ente cuestionante: Me he sabido rabiosa y antisocial bajo mis facetas, bajo mis caretas. Mi mayor problema siempre ha sido que mi rostro cambia continuamente, a veces creo que la búsqueda nunca acabará y, a veces, no. Y me sujeto a eso.
Por casi explotar en una rabia valdía de encontrones trastornados de un calor de mil personas y visitas. Por casi azotar con mil mareas a la luna en su cielo raso, tan lleno de brillantes que mil putas lanzaron al eterno. Y, entonces, me visto con la ira de lo que no es tuyo y te emboza como "Mala madre" que nunca muere, parece helecho y se renueva egoísta.
Entonces digo: "Señores Imbéciles: Métanse la porquería que trajeron en su chaqueta, que esta guitarra no está para ser tocada por dedos tan engrasados de óleos corpóreos.
Que ya no me intereso si pueda usted o no leer mi letra, que refleja lo que se antoje, y si no comprende, pues no se entrometa, ya no se me apetece hacerme dulce de amores no correspondidos, ni de cariños faltos.
Si yo lucho por mis ideales con mi arte y mis bazucas de letras, y mis bombas de danza, entonces, oficiales: Que a mi causa se sume mi amor por mi país, mi tierra es dueña de mi lápiz y mi azar ha sido febril, en las noches que el cosmos decide volcarse contra mi, no habrá bandera que aguante las ganas de resurgir, si su pueblo así lo desea, dele un poco de entretención, que quedando a pies de guerra harán sonar la razón.
Y que mis Dioses me defrauden con usanzas de verdad, que hay timos en la empalada y desprecios en el sufragar. No se beba todas las copas, que por sus manos han de posar, que por cada dios hay mil demonios que desean jugar. Nunca he criticado al diablo sin sentir por él más que admiración, ya que a mil horas se ha perdido el balance, extremo y equilibrio.
Embriáguece, mi cardenal, con el vino ceremonial, que ni de mil abismos se salva si reza y no se concentra en su velocidad: Las piernas no le obedecen a su Dios, le obedecen a su andar.
No pretendo atormentar a mil niños con un desdeñante patriarcal, que los condena a mil males como parte por maldad. No se me antoja y, en verdad, no se me antoja más asidero itinerante de perdición. Sólo quiero confiarme la fortaleza ante las superficialidades y el ideal de mil centenares incrementando, ampliando, la libertad de una tierra sin precedentes.
A veces me pregunto tantas cosas y pienso si será normal...
Cuestiónese usted - Me dijo -Sobre tantas cosas a cerca de su novela de pasión y créase con la facultad o cinismo de poder expresarse, medirse, explayarse ante la explanada cancha de deseos rotos o sin cumplir, de orejas taponadas sin afán de limpiar, de manos cegadas por un goce infinito e indescriptible. Y cuando la táctica y la estrategia ya no funcionen, ni las ganas de salvar sigan , volverá la reina a enfrascarse en su trabajo hasta que no queden semblantes dispuestos a batallar mil peleas de egos en un campo minado de igualdad desafortunada.
Atracarme el papel a zarpazos.
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