Lluvia y Junio, junio y lluvia. Termina el periodo Geminiano y comienza, al fin, el de Cáncer. Insípido es todo lo guardado en meses bipolares, hastío provocan los sabores agridulces en mi boca. No creo que sean bonitos los matices de las balanzas... Siempre centrada en una tierra sin sismos,... Cuesta entender los vaivenes de los planetas.
Hago el intento de ser ignorante a lo que pasa por mi cabeza, de bloquear ciertas cosas para poder avanzar, porque, como dijo García Márquez: "La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado."
Sin ánimos librarme del fango incansable de la vanidad del pensamiento, del porvenir del futuro integral, de la potencia vigorosa del fuego ideal, de la tentación de lo sublime y de la risa de lo malévolo, camino a expensas de la esperanza de sembrar libertad de alma, de cosechar armonía para andar.
Me como los pétalos de las rosas y enfrasco música antes de partir, recojo los frutos secos de lo que creí, me compadezco de los recuerdos y avanzo. Pienso en los ojos clementes, menesterosos de amor, en los cuerpos tristes a mi ignorancia... Siempre lógica, analizo y decido. Sigo caminando por los campos y me encuentro pastores que tratan convencerme, les digo con decisión: "Tu camino no es el mío, Pastor. Sigue febril buscando tus ovejas, que yo no soy una de ellas, y si me molestas, seré el lobo que abuse de esas".
Cuando por la senda se encuentran mustias flores púrpuras, parece que hablan sangrantes, que flamean fragantes el viento, que coquetean con los andantes y me dicen: "Ejría! Dejadnos tocar tu pelo enredado! Dejadnos! Dejadnos pasear en tus manos! Dejadnos llegar a tu jardín! Dejadnos beber de tu agua y colaborar en la ornamenta de tu camino marfil". Las miro con dulzura y les suplico: "No vengas conmigo dulce flor, que la vida en mi rancho es dura, la tierra es ácida y las plantas venenosas, no sabrían apreciar tu canto y tu danza, no se maravillarían de tu hermosura, con sus almas malvadas no la entenderían, no reirían con tus bromas, ni comprenderían tus ideas, porque las crié duras para el ambiente, tersas por la arena, hábiles contra la vida ajena". La Púrpura me miró triste y no aguanté decirle: "Pero invítame flor, a quedarme contigo y a adornar con tu senda mi cabello, y a vestir con tu brisa mi cuerpo. Invítame flor hermosa y me quedaría por siempre contigo, te enseñaría hasta lo que no sabría, te llevaría hasta los lugares más lindos que aún no conozco, te daría mi alma y mi alegría, te regaría y alimentaría con al amor de quien resguarda el tesoro más preciado por su ánima. Te cuidaría púrpura, entregando el carmesí de mi cuerpo y truncando mi alma, eliminando la luz de mi vida para darte a ti rayos de sol, te llevaría en un macetero gigante al infinito para que lo conocieses entero, te daría todo de mi..." Y aquí estoy, buscando el infinito con mi Púrpura, regando con tierra fértil mi rancho y su senda, creciendo juntos al cielo más trémulo, alcanzando la llanura de la felicidad y los altibajos de la alegría...
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