martes, abril 08, 2008

Ahora de pie y apoyada en el farol.

Corriò el viento despejando las hojas de la calle, entonces todos los arcoiris del crepùsculo se fueron a sentar en mi cadera y la sombra repentina que cruzaba se devolviò gritando su nombre, gritò y dibujó con carbón las sopresas de las notas que saboreaba aún posada en el borde de la acera. Y me hacía marear la idea de percibir la silueta curva de las nubes opacando su figura firme frente a mi... Qué importa hoy el rostro cuando la mente y las manos acaban tocando los matices de mi alma? Què importa cuando rozan excitantemente lo prohibido de mi cuerpo, cuando al caminar pasan mis pies al sendero màs alto de la colina, cuando mis brazos abarcan danzando el surco de su espalda y cuando beso sutilmente sus ojos y siento que los latidos se acentùan poniendo mi cabeza en su pecho...

Y las luces disminuyeron mientras seguìa posada en la acera, hoy se prende porque naciò la noche en París, hoy brotaron las luces porque estoy mordiendo algo que me aferre a su papel subscrito con tinta en sangre para que pueda plasmar lo que le comunico con mi cintura que es màs de lo que podría llegar a darle algún día, para que beba, ya nocturno, los brebajes fríos de mis labios y añore con fuerza mi voz los dìas de hiel veraniega cuando el calor del sol reemplaza mi cuerpo en otoño...

No exaspera el tejido tenue de la flauta que se toca en el salòn, mientras tus manos cual fámulas de tu deseo interno expresan lo que quieres, estás tatuando en mi espalda la historia de mi vida segùn como te la he contado y según como tú logras interpretarla, estás bailando flamenco en mis piernas y siento el vigor de tu vida en lo pasional de tu mirada, mientras electrificas mi cabello con el cincel. Eres como un Nogal esparcido en el centro de mi casa, y tus flores exòticas de cinamomo adornan mi alcoba, mi vientre y mi cabello.

Se entrañan las manos en los cuerpos blandos, esperando que la sangre subscrita en tu papel sienta que lo muerdo aguardando, porque ya no importan las caras cuando mis brazos danzan alcanzando el surco de tu espalda, cuando tatúas mi historia gracias a mi escrirto de tu interpretaciòn, cuando rozas lo prohibido mientras los arcoiris del crepúsculo se van a dormir a mi cadera, para entonces mi cintura te habrá explicado más de lo que podía darte de día. Siendo que ya llegada la hiel del verano, el calor del sol reemplace mi cuerpo para tu frío en otoño y yo desaparesca...

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