lunes, junio 15, 2009

Cuentas de madera

Estoy en el Limbo, aún cuando pasen los años y el movimiento se ponga bueno y bien nutrido nosotros no seremos capaces de dimensionarlo. Yo no soy capaz de integrarme, hay partes dispersas de mi en el planeta, en el universo y fuera de él. Hay zonas dispersas en mi cuerpo, en mi mente, en mis alegrías, en mi pensamiento.
Cuando las hojas del otoño se pasen al invierno y dejen florecer nuestras sonrisas, estaremos listos para sembrar las ambiciones con la tierra cruda por sed de vida, por ansias de libertad, por potencia de palabras y algarabías de piel.
Atrás quedan los días en que hieren las preguntas impidiendo mi llegada al mar. Entonces le recuerdo a los rizos que no los quiero querer, que nunca los quise, que no me creo capaz de hacerlo. Que son todo lo que he buscado en la vida y aún al lado mío no siento cosquillas de una leve alegría, al contrario: Se desgarró mi piel, me arañan las fantasías que pueda tener y, todo lo que pueda venir de aquel negro entramado, me punza el alma y la agobia.
Vuelven los días añorados de cuerpos morenos y cálidos, de manos idílicas y labios perfectos, de amigos conocidos y de años compartidos. En boga se pusieron las malicias, mientras todo presiona para el efecto de la generación espontánea... La Generación Espontánea...
Se estanca el presente por sabiendas de un futuro no lejano, el tiempo está contado para actuar, pasa lento y tortuoso, me recrimina las decisiones que he tomado al respecto, yo apuro la acción, pero la ley se lo toma todo muy lento, muy lento... Y yo no estoy acostumbrada a esperar, no me encamo con la espera.
La noche está tan fría como para recorrerla. Nos llegó la madrugada, la brisa gélida y las manos congeladas. Nos llegó la madrugada con su sarta de sueños y pesadillas de amantes, con su venganza armoniosa para los vientres calientes y armas impensantes. Nos llegó la madrugada para analizar si la craneada ha funcionado o siempre ha estado a medio andar.
Sé que hoy quedan en el tintero todas las páginas de un libro sin fin. Sé que se restan minutos de vida, ósculos de muerte, orgasmos de placer, amantes fieles...

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