martes, noviembre 13, 2007

I Martes 13

Cansada está la espalda, que luego del agua fría, que logra excitarla, reposa y se duermen los ojos desde las pupilas y las manos se menean suaves alcanzando los hilos que sostienen las pestañas crespas, la crema aún no procuró humectar el rostro, no lo logra porque éste absorbe ágil todo lo que se le pone enfrente, como una esponja que luego recicla y entrega al exterior su contenido siendo amable. Los brebajes dispuestos, las pociones albergadas en lo profundo de la memoria, se hacen carne ciertos días y propician veladas agradables para quienes se extraen de lo común, la gente mira supersticiosa, mientras quienes atemorizaron se mofan y disfrutan, la tarde está tersa y un aroma dulce invitaba a los habitantes a guardarse en sus casas mientras quienes aprovechándose de la hermosura de sus nombres, discutían el mejor método para seducir, de negro y con los ojos cristalinos, sokka se ha cruzado en la vía, de forma que él prefirió alejarse, últimos acontecimientos lo habían azuzado a quedarse en casa, los siete años que el espejo le destinó en su caída no eran más que otra señal para que se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, todo lo llevaba a su hogar, algo pretendía mostrarle qué había más allá... No pudo olvidar los ojos del felino, y ahora con un poco más de respeto decidió tocar madera y se aventuró en el camino hacia lo que la marca de pintura luego del paso bajo la escalera le indicó,... Los pergaminos no eran más que simples diálogos entre entes que a fin de agruparse en lo que eran corrieron rumores como mortales mientras preparaban las infusiones, de pie y con un sagaz gusto por el cloroformo lograron dormir a la ciudad. Sokka más amable, sin rasguños y ya sentado en su hombro lo acompañó a la casa, por el ático y dispuesto a enterrarle las garras en la espalda si llegaba a desviar el camino,... Encontró el diario secreto y comenzó a leerlo, sabía a quien pertenecía y cómo era ésta persona, superficialmente, nunca habían tenido una conversación profunda, además los años desde hace los que se había extraviado los alejaban, nunca nadie más supo qué fue de el, lo que lo sorprendió más fue la hoja final, lo primero eran anotaciones casi indescifrables por la complejidad del vocabulario y las figuras con las que se describía, a pesar de todo fueron las faltas lo que más le llamaban la atención, ese texto no era común y resolvió llevárselo, en ese instante Sokka bajo de su hombro y de un salto se perdió por la ventana hacia el bosque. Pasó por los mismos lugares y se preguntó con extrañeza el vuelco que tuvo su día, el sol se escondió en los montes besando las laderas y un manto aclarado por la luna blanca y redonda lo llevó sin querer a la cantina, pidió con sutileza a la moza del otro lado una menta, pues lo atontaba aquel color verde que lo hacía escuchar los aromas y danzar mientras fumaba su pipa sobre una mesa y junto al gaitero, terminado el minuto de relajo, se fue chocando los pies y tarareando una melodía de Mozart. Se lanzó en el sofá negro y la noche activada se enardeció, lo provocó como víctima de una roja manzana y llenándolo de pecado lo hizo vagar, las visiones que presurosas se agolparon en su espalda lo cargaron por meses y alivianó su carga con Sokka quien ahora inseparable lo acompañó a todas las osadas visitas de las que salió más de una vez mal herido, pues el reflejo de los ojos lo delató con tristeza por la muerte que no se repara una vez retrasado, porque la gente teme a los dones y los castiga, porque esa confusión se dilató hasta, dentro de 7 años, el siguiente Martes 13. El desplome de su incredulidad y la entrada en lo que se percató una vez convencido que era mentira de los brujos para ocultar los días de mayor poder, comenzó a atestarse de amuletos y los repartía para comprobar cómo se engaña sola la gente, cree lo que se le antoja y se convence de las cosas hasta hacerlas verdad, por eso su fe iba más allá de lo material y lo etéreo lo atiborró de más miradas desarrollando sus sentidos hasta llevarlo a un plano que rugoso se propagaba mucho más de lo que algún día logró soñar, por cada frase de otro temeroso, se reía y el tiempo se le hacía agradable, al fin había descifrado lo que el intentó decirle en el papel con fallas al final del diario: Sokka podía salvarlo. Por eso nunca olvidó sus ojos, por eso no se atrevió a moverlo de la casa el día en que llegó, por eso cuidó al viejo animal como si hubiera sido suyo, y en los días que vinieron se le reveló la glorioso riesgo que el animal y él corrían...

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