martes, septiembre 04, 2007

Muerte en el reino II

No me puedo concentrar, hay voces que callan pero molestan, da pavor su silencio, guardan fuerzas para una despedida más cruel, me atemoriza en demasía eso... Comienza de nuevo la tensión, es como si me trituraran,... Sin sacrificio no hay recompensa..., Cavilé un final macabro, creo que haberlo provocado de esa manera sólo habría sido una vil escapatoria, una falta de valentía impulsarlo hasta quitarme los últimos alientos sabiendo que el mundo volcaría contra el su ira, quien descontrolado no es capaz de distinguir y haría suficiente daño como para no permitirme ver los efectos de mi muerte. Confieso que la insistente idea de un amante incómodo me enloquece, hoy me plantee las peores situaciones y palabras, dispuesta a afrontar todo lo que pudiese venir, pero ni siquiera lo vi,... y de a poco me empapelo de todas las mínimas palabras que encuentro sueltas en el aire, las reuno de a poco y me armo lo que creo de su realidad, mendigo comentarios para saber lo que está sintiendo...
Lo veo, se fuma el cigarro aún asqueado por la noticia, quien lo diría, un día pasión y otro muerte, no sabe que hacer, me extrañará más de lo que pensó, aunque no lo confesara, aún después de nuestro infinito silencio, seguía pendiente de mi, no hablabamos, y yo seguía pendiente de él... El cuento con el Antiguo es totalmente diferente, el día fuimos suaves, ahora pienso que si diera una lágrima, sería un regalo inigualable, en realidad, no fue un desliz emocional,... si lloré, fue porque no es mentira que lo quiero, que me lleva a un subsuelo su ausencia, porque se entristecen los días y se enegrece la luna, porque mi pecho se comprime y los lunares se extienden por mi piel hasta cubrirla, porque el viento se roba el agua de mis labios y crenada me lanza a los desiertos donde la arena me golpea y se lleva trozos de mi, mi alma intacta sin amor se mecaniza y vuelve a las nuves....
Este invierno se me ha hecho muy largo y hoy como nunca quiero que pase, quizá prefiera quedarme más de una semana con la muerte, ahorrando el trabajo social de convencerlos de sus actitudes en mi ausencia, para no gastar lo difícil que sería abandonar a muchos, para no llorar el posible fracaso en otra lucha, para no sentir sensaciones gratas que luego inerte extrañaré... Suficiente... Ahora obtengan todo lo que necesiten otros de mi, que sobre mis restos quiero dos monedas: plata y oro, y sobre mi boca un grano de café, para llevarme lo eterno de su áspero y seductor sabor, crémenme y lancen mis cenizas al viento para que sea abono de la tierra y me deposite en los mares, para que llegue a los pétalos de una rosa y acaricie sus últimos minutos en una pasada volátil, para que los mios sientan mi ausencia y ayuden mi propósito...

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